Quijotismo es una especie de locura positiva. Un empeño que se afinca en la búsqueda de lo bello, y en la verdad que está detrás de lo que se ve. Roberto Ruiz Rebó
Hace
ya varias semanas que un tramo apreciable del Paseo de Montejo, la más
importante avenida de la capital del estado de Yucatán, ha sido poblado por
“Animales impuros”, una exposición que tiene que ver con el conocido dilema de
los musulmanes y los judíos, donde el cerdo es uno de los principales acusados.
Los animales de Cuevas tienen su origen en la ilustración de un poemario
sobre una interpretación libre del
capítulo 22 del Levítico. La muestra,
del maestro José Luis Cuevas, está compuesta por un total de 12 obras
escultóricas de gran tamaño y 10 cartas de amor dedicadas a su esposa Beatriz
del Carmen, las cuales aparecen impresas en lona con dibujos de artista montados
a un gran soporte metálico. En una de esas cartas quiso dejar inscripto su odio
a la belleza un vandálico transeúnte y allí permanece como un “documento
inalterable”. Cuevas fue un rebelde que
desafió al realismo social dominante en los tiempos de Diego Rivera, uno de los
iniciadores de la ruptura generacional y
natural al muralismo mexicano y además uno de los más destacados representantes
del neofigurativismo. A través del trabajo con las líneas el artista mexicano
desentraña el espíritu de sus personajes y refleja como en una radiografía la pompa
de las miserias humanas en el mundo de la prostitución y el vicio, de manera
tal que el vándalo se vio fotografiado en su interior y decidió propinarle en
riposta una cuchillada al lienzo.
José Luis Cuevas es un cronista
gráfico de la soledad y la zozobra que persigue al hombre en los grandes tumultos
urbanos. Su exposición "Animales Impuros" ha viajado ya con gran
éxito a diversos sitios culturales del mundo, como el Museo Reina Sofía de Madrid en 1997, entre
otras galerías y sitios de renombre como el Festival Internacional
Cervantino de Guanajuato, por lo cual es
un privilegio convivir con ellas en el elegante Paseo de Montejo de la ciudad de Mérida, lugar
de paz aun a contrapelo de los odios, la desidia y la diligencia que lleva en
el corazón y la mano el vándalo que propinó la terrible cuchillada.