No soy un gran devoto de San Lázaro, pero desde la infancia me ha sido familiar su figura de venerable hombre, mal vestido y magullado. Pero no por eso he dejado de respetarlo. Ayer, esperamos su día en la casa de mi hermano Ariel, él y su esposa María Belén que si son grandes devotos del Santo, que como ya se sabe, de tanto confiar en Jesús, experimentó la legendaria resurrección bíblica, luego de permanecer cuatro días muerto y enterrado. Lázaro compartía su hogar con sus hermanas Martha y María, Allí Jesús siempre encontraría consuelo. Eso fue para muchos la casa de Ariel y María Belén la noche del jueves 16 de diciembre un lugar para el consuelo. Muchos amigos y familiares fueron a pedirle y orarle al santo, y de paso a saciarse con la comida y las bebidas, que de manera simbólica ofreciera Lázaro, por la mano de los anfitriones.
Las palabras de Cristo no salvaron al Santo del sincretismo y la transculturación que lo colocaron en el panteón Orisha de la religón yoruba y la santería. En Cuba, a San Lázaro-Babalú Ayé se le rinde culto cada 17 de diciembre, y muchos además lo veneran el decimoséptimo día de cada mes y los viernes. Babalú es objeto de promesas por personas aquejadas de enfermedades de la piel y las extremidades inferiores. Para los cubanos, San Lázaro y la Caridad del Cobre-Oshún son de las deidades las más veneradas en cualquier rincón del mundo que se encuentren.
Pido mucha salud para todos mis compatriotas en el nuevo año y que siga viviendo el mito de San Lázaro, que es una buena oportunidad para queremos y cuidarnos.
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Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud y en ti.
José Martí