jueves, 25 de agosto de 2011

Los Animales Impuros y la mano del vándalo


Hace ya varias semanas que un tramo apreciable del Paseo de Montejo, la más importante avenida de la capital del estado de Yucatán, ha sido poblado por “Animales impuros”, una exposición que tiene que ver con el conocido dilema de los musulmanes y los judíos, donde el cerdo es uno de los principales acusados. Los animales de Cuevas tienen su origen en la ilustración de un poemario sobre  una interpretación libre del capítulo 22 del Levítico.  La muestra, del maestro José Luis Cuevas, está compuesta por un total de 12 obras escultóricas de gran tamaño y 10 cartas de amor dedicadas a su esposa Beatriz del Carmen, las cuales aparecen impresas en lona con dibujos de artista montados a un gran soporte metálico. En una de esas cartas quiso dejar inscripto su odio a la belleza un vandálico transeúnte y allí permanece como un “documento inalterable”. Cuevas  fue un rebelde que desafió al realismo social dominante en los tiempos de Diego Rivera, uno de los iniciadores de la ruptura  generacional y natural al muralismo mexicano y además uno de los más destacados representantes del neofigurativismo. A través del trabajo con las líneas el artista mexicano desentraña el espíritu de sus personajes y refleja como en una radiografía la pompa de las miserias humanas en el mundo de la prostitución y el vicio, de manera tal que el vándalo se vio fotografiado en su  interior y decidió propinarle en riposta una cuchillada al lienzo.
José Luis Cuevas es un cronista gráfico de la soledad y la zozobra que persigue al hombre en los grandes tumultos urbanos. Su exposición "Animales Impuros" ha viajado ya con gran éxito a diversos sitios culturales del mundo, como el  Museo Reina Sofía de Madrid en 1997, entre otras galerías y sitios de renombre como el Festival Internacional Cervantino  de Guanajuato, por lo cual es un privilegio convivir con ellas en el elegante  Paseo de Montejo de la ciudad de Mérida, lugar de paz aun a contrapelo de los odios, la desidia y la diligencia que lleva en el corazón y la mano el vándalo que propinó la terrible cuchillada.