lunes, 28 de noviembre de 2011

Libertad: las grandes y las pequeñas servidumbres.


La libertad no puede vencer con un rey que desconfía de ella.
El rey no puede entregarse a la libertad que lo desama.
                                                                                             José Martí

Hablar de la libertad siempre puede ser polémico. Como concepto muchos la entienden en términos de sus intereses económicos o correligionarios, colgado a una determinada ideología política. Otro grupo repite lo que le fue inculcado desde que aprendió en la escuela las palabras del himno de su nación, donde por lo general aparecen de manera hermosa dibujados los preceptos de ser libre o de alcanzar ese estatus de gloria. Y no faltan, entre otros, los que pronuncian él vocablo sin un verdadero examen del asunto. El mundo es como lo ve el que mira. Por tal razón cada cual pensará la libertad como la ve o la siente, aunque este sea uno de esos valores universales. Lo cierto es que nadie diría que un esclavo es libre, porque esta es una verdad que no necesita demostración. Pero no sólo la esclavitud es la antípoda de la liberación, y eso es algo que algunos ignoran, a no ser que usted le pregunte de manera repentina si un analfabeto puede considerarse un ser emancipado, y ese alguien comience a reflexionar sobre el concepto, y no se aferre a las “verdades” consabidas que muchas veces obnubilan el pensamiento y el buen sentido.
Curioso es que en idioma inglés la palabra freedom proviene de una raíz indoeuropea que significa "amar", y que el vocablo de la misma lengua para decir miedo, afraid, tiene la misma raíz, con el uso de un prefijo del latín vulgar que contrapone el concepto. Sin embargo, libertad es mucho más que amar, aunque tal como lo pienso sería una de las condiciones necesarias para el amor, condición que reside en un intrincado sitio del pensamiento donde no puede incidir la esclavitud o la opresión. De tal modo, que los seres humanos siempre tenemos un territorio inexpugnable donde sólo opera ese concepto.
Después de la Revolución Francesa la noción de libertad ha estado ligada a los conceptos de justicia e igualdad, pero en ese propio sentido, mucho es el camino que deberá andar la humanidad para alcanzar una plena emancipación. Entonces cabria preguntarse para qué sirve la libertad, porque si analizamos el entorno, la vida diaria tiene demasiadas tiranías invisibles. La discriminación en cualquiera de sus variantes, ya sea por género, raza, religión o preferencia en el sexo siempre será sin dudas una de sus antagonistas. De tal modo, las sociedades modernas, sobre todo en el continente americano, aun no han llegado al mejor de sus confines. En términos sociopolíticos, y según el Diccionario de la Real Academia Española, libertad es la "facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuánto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres”, tal noción tiene a mi modo de ver el límite que ofrece la visión de quienes gobiernan que muchas veces pueden coartar la protección de la libertad interpersonal. No puede haber libertad en una nación que condiciona la liberación de sus ciudadanos a la ideología de un gobierno, o a las coyunturas políticas que solo persiguen mantenerse en el poder con la idea de que se defiende el bien común de sus ciudadanos. Del mismo modo que ningún padre tiene el derecho de mantener en la servidumbre a sus hijos por el sencillo hecho de haberlos procreado y luego haberles entregado educación y sustento.
En  este caso habría que remitirse al gran pensador judío Isaías Berlín, autor del ensayo “Dos Conceptos de Libertad” quien en su obra establece una libertad negativa (libertad de), o ausencia de obstáculo para acometer una acción, y otra libertad positiva (libertad para) que supone la facultad de tomar decisiones que promuevan la acción.
Muchas veces escuché de niño, que libertad  no debe confundirse con libertinaje. Tal expresión, que pretendía limitar el albedrío de hacer todo cuanto se me antojase, vuelve a mí en este instante, pues la libertad de hacer, supone un compromiso con el bien, sabido que la libertad no ha de usarse para lesionar o vulnerar el beneficio ajeno.
En estos tiempos en que abunda la diversidad de definiciones y conceptos de un solo fenómeno, y la liberación del pensamiento ha llegado a límites insospechados. Más que de la palabra, es necesario el compromiso con la vida, la claridad de que lo útil es lo necesario y lo bueno. Que alcanzada la libertad política, la humanidad está obligada a enrumbar su albedrío hacia su propia emancipación con la mira en el proyecto de derribar las grandes y las pequeñas servidumbres.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Flores de Otoño en el Festival Anual de las Artes 2011

Rosa María Herrera, gestora principal del proyecto cultural "Flores de Otoño"
Hernán Pérez, el saxofón que canta
Mauricio Arriaga, tecladista y director musical del proyecto

Juan Carlos Suárez, cantante y compositor

Rosa María García, romántica y salsera

Filiberto Aguilar, el Tenor del Mayab

Effy Luz Vázquez, la dulce voz que educa

Gilberto Ortiz, el rockero

Erik Rodriguez, cantor de rancheras