sábado, 26 de febrero de 2011

Grandes y lamentables engaños de la televisión

La televisión nos engaña, pero sabe muy bien por donde anda, y lo que se trae entre manos. Sus ganancias aumentan de manera astronómica, y su influencia en la vida de todos es innegable. Las grandes tele-productoras y tele-transmisoras conocen muy bien los valores y las expectativas que esperan de ellas sus audiencias, y en eso trabajan con ahinco y dedicación. De eso no hay que dudar. Sus novelas y noticieros son perseguidos por los espectadores por la manera dinámica en que saben motivar y la profesionalidad de su gente. Con el talento y la creatividad que tienen los grandes medios de comunicación y el poder que ejercen sobre el ciudadano común, se pudiera inclinar la balanza hacia sociedades más justas y racionales, pero para ello se necesita defender un concepto que tenga como meta ese superobjetivo. En las sociedades modernas, la gente vive recostada al balcón de la pantalla chica, que ya va dejando de ser tan chica, por el milagro de la tecnología. Sin embargo, la ética de cada minuto en pantalla, con honrosas excepciones, está dirigida a la venta de productos, algunos superfluos e inservibles. En las grandes cadenas televisivas, aún cuando la publicidad al uso tiene algún valor de orientación sociocultural, se intenta un mercachifleo de fondo, que un ojo avisado detecta y rechaza por engañoso y cínico. Pero, la televisión pudiera consagrarse a la defensa de otros valores, que no sean el afán de tener y tener. La televisión pudiera consagrarse a fomentar valores como la solidaridad y el amor al prójimo, a la literatura, a la música clásica, a las artes en general y al deportes. La televisión puede contribuir a la lucha contra la violencia, contra los malos hábitos y otro conjunto de etcéteras. Como la energía nuclear que es capaz de edificar, curar o al mismo tiempo destruir, la pequeña pantalla puede ser un objeto noble dentro de un hogar. Sólo habría que cambiar las reglas del juego, o tal vez a sus dueños.

viernes, 18 de febrero de 2011

Las Flores del Otoño

Durante el otoño, las hojas de los árboles cambian, su color, se vuelven amarillentas y amarronadas, se van secando, hasta que caen por la fuerza de gravedad y la acción del viento. Sin embargo, el otoño es una estación hermosa por la variedad de colores del paisaje, y sobre todo porque es el tiempo de las cosechas. Nada más parecido al otoño, que el encuentro que se produce todos los miércoles en una de las dependencias del Centro Cultural Dante de la Ciudad de Mérida en el estado mexicano de Yucatán. Con un espiritu bohemio se reunen allí, después de las 10 de la noche, los miembros de la Asociación Flores de Otoño, en su mayoría adultos mayores, amantes de la música y del canto. Rosa María Herrera Sosa es la lider indiscutible de este grupo que tiene entre muchas virtudes el tesoro de su alegría y su talento. La suerte me dió el placer de ser espectador de uno de los más emotivos espectáculos celebrados en el auditorio "Dr. Silvio Zavala Vallado" del Centro Cultural Olimpo de la ciudad de Mérida durante mes de febrero de este año. Allí reunieron sus voces las principales figuras de este grupo de excelentes artistas. Boleros, baladas, rock, canciónes, rancheras, corridos y huapangos hicieron la delicia de los presentes en las voces de Gilberto Ortiz Dominguez, Efy Luz Vázquez López, Erik Rodriguez y Juan Carlos Suárez Sánchez, Rosa María García Herrera, Filiberto Aguilar Góngora y Tony Martín. Todos ellos con los arreglos y la conducción musical del tecladista Mauricio Arriaga y el acompañamiento de los muy jóvenes Cristian Alcocer Vázquez en la baterìa, Aarón Alcocer Sánchez, percusiones y David Alcocer Vázquez en el trombón. Resalta en este grupo de artistas su nivel de lealtad y comprometimiento con su público, y su espíritu de cooperación, lo que hace que Flores de Otoño sea un delicada prenda que cada uno de sus integrantes artistas y el publico asistente quiera y cuide. Los Miércoles de Dantes no son para contar los años, no es un dia para fruncir el rostro, sino para distenderlo con la alegría y las ansias de vivir que nos regala esta gente socorridas por la necesidad de amar y de entregarse.
Las flores otoñales de los miércoles de Dante tienen sus colores propios , colores que brillan en la noche con una luz única, diferente a la de la ciudad. Las flores otoñales de los miércoles de Dante, para suerte de todos, no caen, alzan la noche con amor, exhiben vigorosas sus colores con la llama de los que construyen con el bien la obra de la vida.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Soñar azul con los ojos abiertos y los pies en la tierra

La vida me vuelve a dar el placer de cantar para muchos. Cuando era un niño y entonaba corridos y rancheras en el patio de mi casa, mi madre se dio cuanta de que podía cantar, y me mostraba a todos sus amigos y familiares como la gran novedad. ¡Qué fastidio! Muchas veces lloré para no cantarles a la gente. Y es que no me dejaban jugar, divertirme libremente, porque tenía que demostrar que era un prospecto perfecto para el arte, que era afinado y que mi voz era agradable. Les confieso que era un verdadero martirio. Con el tiempo pude librarme de tantas exigencias y me dediqué a la pintura en una academia de mi barrio en Guantánamo. Llegué a parar a la Escuela de Arte de Santiago de Cuba, en la Loma del Keki... pero los tiempos eran dificiles y tuve que internarme en una escuela de estudios agrícolas. Se acabó el artistaje para mi... y tuve que trabajar mucho sembrando café, recogiendo tomates, cortando caña para la Zafra azucarera cuando apenas tenia 13 y 14 años. Unos años más tarde, aprendí a tocar la guitarra de manera autodidacta y comencé a componer mis primeras canciones. Ya nadie tenia que pedirme que cantara. Sentía una necesidad tremenda de cantar ante la gente, pero no siempre hubo quien me escuchara. A veces mis padres me escuchaban con un poco de desesperanza. Algunos de mis familiares me llegaron a criticar. Hasta hubo quien dijo: "Oye, deja la guitarrita y ponte a trabajar, o a estudiar". Hasta que llegó la Nueva Trova, que ya no es tan nueva, como me dijo un gran amigo. Y comencé a componer canciones, a tratar de cantar de modo distinto. Así viajé, conocí a algunos de los grandes compositores y trovadores de Cuba. Pero la vida te traza pautas, y comprendí que era más sabio dedicar mi tiempo a otras cosas. Me hice realizador de cine y tv, lo cual me hizo feliz. Cuando llegué a Yucatán, creí que tendría la posibilidad de seguir creando con la imagen, pero el tiempo me demuestra que no. Ahora no está en mis manos hacerlo, no depende de mi. Sin embargo, mis canciones pueden transmitir lo que siento, por eso ha sido hermoso, en esta etapa de mi vida, hacer el lanzamiento de mi disco "Sueño de Azules con Bernadette". Por eso, me enorgullece mi amistad con José Felipe García, un excelente investigador del bambuco, compositor y trovador yucateco. Por eso agradezco la oportunidad que se abre para mi en el Café Los Tradicionales de la Ciudad de Mérida. Es el más grande de los placeres cantar, y ver los rostros del auditorio emocionado, aplaudiendo como devolviendo el placer de soñar en azules con los ojos abierto y los pies sobre la tierra.

jueves, 10 de febrero de 2011

Los Golpes. Por José Amael Rubio Acosta

Cuando le dije a Roberto sobre la posibilidad de que algunos amigos pudiéramos escribir en su blog “Quijotismo”, que él hace desde Mérida donde radica desde hace poco, pensé que debiéramos, cada uno a sumanera, hablar sobre el modo y las circunstancias en que conocimos a este “tipo”: escritor, trovador, realizador, poeta, pintor y un largo etcétera (como diría cierto personaje de la Televisión Cubana) y también sobre el entorno en que alguna vez nos encontramos y hemos andado todos estos años, ya bien largos. Yo lo conocí casi en la infancia en Guantánamo, nuestra ciudad natal, donde crecimos hasta que decidimos abandonarla ya adultos, padres, casi abuelos. Pero, de pronto, me sorprendo traicionado una vez más por la memoria porque de ningún modo puedo recordar exactamente cuando conocí a Robertico y a Marito (su hermano), en aquellos tiempos eran inseparables y aunque muy distintos, algunos los confundían confrecuencia. Fue en la secundaria. En la “Rafael Orejón Forment” que fuera la sede del exclusivo “Colegio Americano Sarah…algo” un apellido anglosajón que de seguro tenía algo que ver con las cenizas, pero ahora mismo no tengo a quien preguntarle y nosotros –ellos y yo- nunca tuvimos la oportunidad de pagar la matrícula. Pero “llegó el comandante…”La amistad creció rápido junto a los intereses y de la Orejón quedan un millón de recuerdos. Entre los más hermosos, aquella tarde del sesenta y pico en que Los Golpes tocaban el Honky Tonk Women de “LosRolling” (Stones) en la misma entrada de la secundaria. La calle Máximo Gómez estaba llena de adolescentes que gritaban y bailaban imitando a las fans de los de Liverpool. Nosotros, “los socios”, bien cerca, sin mezclarnos con la masa alucinada, nos enorgullecíamos de aquel rock incipiente y pueblerino solo porque Los Golpes eran nada menos que Angel Savón en el bajo, Catalá en la batería, David –genial-en la guitarra prima y Roberto – el de nosotros- cantando al frente en su primer inglés (que era también el nuestro) con un micrófono inaudible.Ese no fue el primer día, pero si probablemente el primer mínimo, humilde, orgullo.