domingo, 18 de abril de 2021

El Congreso del Castrismo y el destino de Cuba

Por Roberto Ruiz Rebo

Más de sesenta años después de triunfo del fidelismo en Cuba, y en medio de una debacle social,  económica y política, se celebra un nuevo congreso del Partido único en la nación caribeña. Raúl Castro se ha ocupado de poner en pausa su poder, después de colocar en sitios claves a sus incondicionales y apandillados.Su discurso casi desafiante no deja lugar para las dudas: nada cambiará en la nación,  que no sea la nomenclatura de poder. Ĺas necesidades y carencias del pueblo no parecen tan importantes cuando se trata de aferrarse a los privilegios y a la impunidad: los mercados están vacíos, y la falta de alimentos no ha encontrado una respuesta viable del gobierno que ahora ha tildado a la iniciativa privada de "enemigo", a sabiendas de que el empoderamiento de un mercado fuera de las manos de la cúpula militar debilitaría el poder centralizado. La retórica de la tiranía más añeja del hemisferio no ha cambiado. Mientras se reprime y encarcela a quienes se atreven a pedir cambios o protestan de manera pacífica, se acusa e inculpa al gobierno estadounidense del fracaso económico y de las justas protestas que de manera pacífica protagonizan la UMPACU, las Damas de Blanco, el N27, los valerosos muchachos de San Isidro y muchos otros sectores de la población, incluyendo a influencers de las redes sociales. Según el régimen,  todos somos pagados por el imperio, e incluso han convencido a una buena parte de la población de que algunos somos delincuentes y gente sin moral ni principios, una fórmula tan vieja que a pesar de ello, les funciona. La realidad es que los dictadores están temerosos y muy preocupados: cada día son menos los que apoyan a su gobierno y mucho más los que despiertan y se suman al rechazo y a las denuncias de los desmanes castristas. Por eso, el régimen apuestan por un  control más riguroso del flujo de información y la promulgación de leyes que impidan la libertad de expresión y el libre pensamiento. Mientras, los órganos de la Seguridad del Estado y todo el aparato represor, se ha volcado a las calles tratando de contener los reclamos populares: secuestros, golpizas, detenciones, multas, juicios sumarios y encarcelamientos desproporcionados son l por los actos de repudio que organizan las mal llamadas organizaciones revolucionarias. El mito de la invencibilidad del castrismo, no está basado en el bienestar ni el progreso del país. Está basado en calumnias y teorías conspirativas, y en el control absoluto de una enorme maquinaria represiva y un sistema de adoctrinamiento que por estos días las redes sociales comienzan a derribar. El talante amenazador del discurso de Raúl Castro es una muestra más de cuan débil está la dictadura: les temen a una canción, a un gesto, al avance económico de cualquier ciudadano, a las noticias,  a los libros que no sean los ya fiscalizados y la palabra "cambio" sigue siendo un delito. El Muro de Berlín fue derribado, y no fue por las armas. Decrépito y gastado como se ve el castrismo no será sorpresa que se siga derrumbando y que un dia no lejano las generaciones de los cubanos dignos celebremos sus funerales. 


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José Martí